Centenario de San Gregorio
El 3 y 4 de febrero se cumplen 100 años de la masacre de la oficina San Gregorio, ocurrida en el contexto de las paralizaciones de la crisis salitrera de 1921. Muchas veces he recorrido ese espacio macabro, donde se concretó la matanza. La Casa de la Administración, la Pulpería, las vías ferroviarias, el campamento obrero, todos lugares que fueron escenario de la tragedia. Donde cayeron aquéllos que deseaban una indemnización razonable, junto al teniente Argandoña, el cabo Faúndez y el administrador Daniel Jones, que moriría camino a Antofagasta. El sitio, hoy en ruinas, ejerce un poderoso y estremecedor magnetismo, al igual que el cementerio, donde están enterrados algunos de los caídos, y la torta de ripios, lugar donde existe, ya inubicable, una zanja llena de cuerpos… según contaría de primera fuente el Jefe de Pampa de la oficina.
Ha habido muchas versiones. Desde las indignas del gobierno, los jueces y la prensa de época, que adujeron un simple complot político y motivos de robo, hasta la prudente de los historiadores. Es cierto que fue un torbellino de violencia, que arrastró a muchos. Pero el tiempo y el estudio demostraron que el juicio seguido a un puñado de trabajadores estuvo plagado de contradicciones y testimonios falsos, con el burdo deseo de afectar a un adversario político. ¿40, 70, 100 vidas perdidas? Trascendente son las decisiones de quiénes tenían poder, en especial los representantes locales del Estado y de la casa Gibbs, que pretendieron, una vez más, solucionar un conflicto laboral con hombres armados de por medio.
A algunos les parece "historia antigua". ¿Qué pasaría hoy si se baleara a un grupo de personas que no quisieran abandonar su lugar de trabajo antes de lograr algo tan miserable como un finiquito justo? La lógica de la muerte, del desprecio por la vida del que se enfrenta al poder económico, es un camino oscuro que, lo sabemos muy bien, aún es recorrido por muchos que ostentan autoridad. Sit tibi terra levis, valientes de Aguas Blancas.