La tercera edad
El segmento más golpeado por la pandemia, da un nuevo ejemplo de su responsabilidad, como antes con las elecciones y cada demanda ciudadana. Quizás la tercera edad es uno de los pocos referentes que van quedando del Chile más profundo, con su sobriedad, sentido republicano y compromiso con el otro. Una nación que ha desaparecido.
Durante las últimas horas hemos apreciado cómo la tercera edad está dando un nuevo ejemplo de compromiso y responsabilidad con el resto de la sociedad. Se trata de uno de los sectores más golpeados por la pandemia, sin embargo nunca los hemos visto criticar destempladamente sus pesares.
Deberemos aceptar de que la sabiduría muchos la consiguen con el paso del tiempo y las experiencias. Quienes pertenecen al segmento de ancianos, han pasado por innumerables pruebas y dificultades a lo largo de la historia reciente: terremotos, quiebres institucionales, aludes, enfermedades, pobreza, precariedades, falta de oportunidades, entre tantas otras.
Ellos han forjado buena parte de los beneficios que goza la juventud de hoy en cada una de las comunas del país. Sufrieron con la falta de agua durante décadas la carencia de viviendas, de alimentos, padecieron la soledad y las complicaciones del aislamiento, pero siempre lucharon por conseguir un territorio mejor para las generaciones posteriores.
Ahora hemos visto cómo respetuosamente a lo largo de todo el país han salido a vacunarse, no sólo para protegerse ellos mismos, sino también para mostrar un ejemplo al resto de la sociedad, el cual especialmente deberían analizar los grupos antivacunas que han replicado innumerables sandeces en redes sociales sin tener ningún conocimiento serio respecto al asunto.
Como sabemos, la tercera edad muestra permanentemente su compromiso con la nación, pues son los que más ejercen su derecho a voto, desarrollan su ciudadanía de manera recurrente, respetan su entorno, crean comunidad pese al abandono y el maltrato que el país les entrega con las bajas pensiones y una ayuda insuficiente para pasar sus últimos años.
Quizás este segmento es uno de los pocos referentes que van quedando del Chile más profundo, el de una nación que ha desaparecido con la transformación social de las últimas décadas. Hablamos de un Chile más sobrio, ciudadano, republicano, nada ostentoso y más preocupado de valores trascendentes que de modas pasajeras o individualismos galopantes expresados en el consumo desenfrenado. Este es parte sustancial del país que nos da identidad y que reconoce parte de lo mejor de nuestro pasado y que en ocasiones parece tan diluido en la inconsciencia de un desarrollo sin alma y meramente exitista.