Sarkozy, primer expresidente francés condenado a una pena de cárcel
JUSTICIA. El líder conservador fue hallado culpable por corrupción y tráfico de influencias. También enfrenta causas por el financiamiento irregular de sus campañas, la indemnización a un exministro y venta irregular de armas.
Nicolas Sarkozy se convirtió ayer en el primer expresidente francés condenado a una pena de prisión a firme y, aunque no ingresará en la cárcel, su horizonte político se ensombrece.
El Tribunal Correccional de París, que lo juzgó por corrupción y tráfico de influencias cometidos en 2014, le impuso una pena de tres años de prisión, dos de ellos exentos de cumplimiento, y el tercero en arresto domiciliario.
La corte impuso penas similares y por los mismos delitos para su abogado, Thierry Herzog, que además queda inhabilitado para ejercer su profesión durante cinco años, y para el magistrado Gilbert Azibert.
Si bien Sarkozy y los acusados abandonaron la sala de inmediato y sin hacer declaraciones, se daba por descontado de que presentarían las respectivas apelaciones.
El veredicto es un mazazo para el expresidente, alejado de la primera línea política desde 2016 pero muy respetado entre los conservadores, que ve su influencia deteriorada.
Maratón judicial
Sarkozy supera a su antecesor en el cargo, Jacques Chirac, el primero en ser condenado, en 2011, pero nunca a penas de prisión y quien ni siquiera se sentó en el banquillo de los acusados por su delicado estado de salud.
Además, en dos semanas volverá a los tribunales para el juicio por el presunto financiamiento irregular de su campaña presidencial de 2012 y los jueces siguen instruyendo si la primera de ellas, que en 2007 lo instaló en el Elíseo, contó con aportes ilegales del régimen libio de Muamar Gadafi.
Su nombre aparece también en otros sumarios judiciales, como la indemnización pagada al exministro y empresario Bernard Tapie, el encargo de encuestas sin concurso público desde el Elíseo o en las ventas de helicópteros a Kazajistán y de armamento a Pakistán.
Otra condena en cualquiera de esos casos, reactivaría los dos años exentos de cumplimiento de la sentencia pronunciada este lunes y podrían hacer efectiva la cárcel para el expresidente de 66 años.
Sarkozy escuchó impertérrito el veredicto y apenas dejó traslucir emociones al conocerlo, en una sala repleta debido a la enorme expectación.
La presidenta del tribunal validó las conversaciones telefónicas interceptadas por la policía entre Sarkozy y su abogado y que su defensa se había obstinado en invalidar a lo largo de la vista oral efectuada en diciembre.
En ellas reposaba lo esencial de la acusación, porque se desprendían los contactos entre Herzog y su amigo Azibert, entonces magistrado de la Suprema, para obtener beneficios procesales en favor de Sarkozy en otras causas.
"Lo haré ascender", decía en una de esas grabaciones el expresidente, dando a entender que haría valer su influencia para otorgarle un importante puesto en Mónaco.
Pacto de corrupción
A partir de ahí, la sentencia establece que los tres acusados, por su formación de juristas, debían saber que estaban infringiendo la ley y avala la tesis de la acusación, de que existía un "pacto de corrupción".
El veredicto considera que esta actuación es particularmente grave por el prestigio y las funciones de los acusados.
En el caso de Sarkozy, afirma la "particular gravedad" de los hechos "cometidos por un expresidente que ha sido garante de la independencia de la justicia".
"Se sirvió de su estatus de expresidente y de las relaciones políticas y diplomáticas tejidas desde el cargo para beneficiar a un magistrado que sirvió a sus intereses personales", señala.
Hechos de tal gravedad debe ser condenados con prisión, aunque sea domiciliaria, concluye la sentencia.
El veredicto tampoco ahorra críticas hacia los otros dos acusados, un prestigioso abogado y un alto magistrado, que a juicio del tribunal desacreditan la justicia.
Paradójicamente, en 2015 Nicolas Sarkozy se oponía a que las penas superiores a seis meses de prisión pudieran ser aligeradas.