Dos crisis que exigen encuentro
El denominado conflicto mapuche y el derivado de la crisis social, son profundamente políticos y reveladores de la crisis de legitimidad de los acuerdos. No hay comprensión, no hay conversación, pero sí un reduccionismo total que apenas tiene por objetivo y conclusión reafirmar sus propias convicciones.
Como problemas de orden público y seguridad han sido catalogadas dos de las más graves dificultades que enfrenta el país en la actualidad: el denominado conflicto mapuche y el de la crisis o estallido social.
Los asuntos, mirándolos casi exclusivamente desde esa óptica, ha terminado amplificando las diferencias, empeorando la seguridad y la paz social y dejando una sensación de desamparo y ausencia del Estado y sus poderes en varios espacios.
Ambos tópicos son críticos y revelan, tanto el fracaso de lo público, a la hora de comprender qué está ocurriendo en el país, como de los organismos de seguridad para prevenir y hacer inteligencia real para enfrentar la violencia que padece la ciudadanía.
Hasta ahora vemos más atentados, más violencia, muertes y un escenario donde las personas comienzan a observarse como enemigos y no como sujetos con pensamientos distintos que pueden convivir. El símil con lo ocurrido a partir del 18 de octubre de 2019 es patente y una muestra de la poca flexibilidad de los organismos de la república para entender fenómenos complejos. Y es necesario recordar que hay muchos otros pendientes, como el relacionamiento con la minería y las grandes empresas, la élite, la inmigración, el cambio climático, la educación y las pensiones y cada uno de los estamentos que componen una sociedad heterogénea y en cambio.
No hay comprensión, no hay conversación, pero sí un reduccionismo total que apenas tiene por objetivo y conclusión reafirmar sus propias convicciones, lo que impide buscar soluciones , en tanto pocos están dispuestos a desafiar sus propias certezas confundidas con verdades.
Lo relevante de todo esto es que Chile y sus autoridades deben ser capaces de enfrentar, por complejo que esto sea esta serie de incordios, con el objetivo de alcanzar criterios mínimos y que seguramente puede que no sean los que hemos visto hasta ahora. Es efectivo que se trata de un desafío para toda la sociedad, pero que debe ser liderada por las autoridades.
Y la clave no es otra que dialogar y seguir conversando, porque esta es la forma en la que las democracias resuelven sus procesos sociales.